Es común me se me pregunte "Oye Alba, ¿qué hace a Finlandia tan buena en educación?" y mi respuesta no es otra que "Bueno, muchísimas cosas, es todo un conjunto bien puesto que funciona muy bien". Evidentemente esta respuesta es totalmente inútil y no da ningún tipo de información. Pero también por eso decidí hacer este blog. No existe la receta perfecta ni puedo enumerar las cosas que hacen que aquí en Finlandia la educación tenga calidad. Sí, es justo eso, calidad.
Hoy me gustaría escribir mis pensamientos acerca de la confianza. Y no sólo me refiero al profesor en sus alumnos, sino a todos los componentes que hacen posible que un sistema educativo funcione.
Cuando empecé a trabajar en esta escuela hace cuatro años no tenía experiencia como tutora de primaria. Todos mis años activos había enseñado español como lengua extranjera a alumnos de entre nueve y setenta y cinco años. Y aquí estaba yo, en una ciudad nueva con retos que no sabía que podría lograr.
Justo el día en el que me llamaron para decirme que me habían elegido para el puesto, lo que más recuerdo fue el comentario "Hemos decidido elegirte a ti, porque confiamos en que vas a poder hacer un buen trabajo". No sabía yo que la confianza formaría parte de la base de mi trabajo.
La dirección de la escuela tiene plena confianza en que voy a hacer un buen trabajo. Tanta, que aquí en Finlandia los profesores lo único que tenemos que hacer a principio de curso es un plan por grado/curso donde ponemos las salidas que vamos a hacer, los días inclusivos con otras clases, las jornadas con padres y todo lo relacionado con la practicalidad de llevar una tutoría. No se nos pide ni planificaciones pedagógicas, ni se espera que tengamos cada tema o unidad organizado al dedillo con justificaciones curriculares. La escuela confía en que yo seguiré el plan que tiene la escuela: el currículo.
Importante nota que voy a hacer:
En Finlandia el currículo lo escriben los docentes, los profesores, las personas que están al día a día con los alumnos, que conocen la realidad, las posibilidades, las barreras y el contexto en el que nos movemos todos los días. Tenemos la responsabilidad de plasmar en ese currículo lo necesario para que durante el camino de primero de primaria a noveno de secundaria, el alumno aprenda las habilidades y destrezas necesarias que le conviertan en un ciudadano capaz y hábil.
Evidentemente, esta confianza puesta en mí también tiene muchísima responsabilidad, pero a mí, personalmente, lo que hace es motivarme a mejorar y conseguir objetivos. Esto me lleva a mi otro punto importante en esta entrada: la confianza en el alumnado.
Muchas veces tengo alguna visita en clase y se quedan asombrados con el hecho de que les diga a los alumnos "Tomad las computadoras y haced el ejercicio en esta página web" y que acto seguido ellos hagan lo que digo y no divaguen por páginas que no deben. Día a día mis alumnos son conscientes de que pongo una confianza en ellos y ellos mismos son los que quieren que esta confianza continúe.
Esto es una constante que desde el primer día de clase trabajamos juntos. El saber que todo acto tiene su consecuencia y el entender que son una clase, con veintiséis alumnos y que por tanto, en determinados momentos, tienen que actuar como tal. La idea de aprender a pertenecer a un conjunto, con personalidades tan diferentes y comprender que está bien, que ser diferente aporta y no resta. Esto hace que la propia confianza en sí mismo crezca y su autoestima se desarrolle.
El tener confianza en el alumnado no es un simple "Haz lo que te pido y confío en tí", es ayudarlos a conseguir sus metas, a mostrarles que en tí tienen un apoyo y un referente. Ellos nos escuchan (aunque a veces parezca que no), y no hay mejor ejemplo para ellos que ver tu vulnerabilidad y cómo haces frente al sentirte así. Que seas capaz de afrontar tus errores y aprender de ellos. Entiendo los profesores que quieren ser llamados Sra. Sillero, "cada maestrillo, su librillo", pero no va conmigo, yo necesito esa cercanía con los alumnos que les transmita la confianza y la responsabilidad de que hay alguien en clase por y para ellos.
Debo recalcar que en Finlandia el rol del profesor está socialmente muy bien considerado. Aquí entienden la cantidad de responsabilidad que tenemos y son conscientes de que ofrecemos una educación con calidad. Partiendo de este tema, podemos entender que en casa no suele haber los típicos comentarios "¡Tu profesor qué sabrá!" "De qué se quejan, si tienen tres meses de vacaciones". Al contrario, entienden que somos profesionales y hemos estudiado (Máster obligatorio) para conseguir saber desarrollar nuestra labor bien.
En fin, hay muchísimos factores que hacen que la educación aquí en Finlandia funcione muy bien, que tenga calidad. Poco a poco os comentaré acerca de otros factores, pero por ahora: hasta luego.
Saludos,
Alba ➹➷
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